San Martín, O´Higgins y la “señora K”

Una carta enviada de París a Lima en 1835, actualiza la historia común de Perú, Chile y Argentina
San Martín y O´Higgins celebran el triunfo en la Batalla de Maipú, que selló la independencia de Chile.
Cuando la policía allanó dos casas y un departamento de la ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, nunca pensó hallar una carta original del Libertador José de San Martín enviada hace 183 años al Capitán General de Chile y Gran Mariscal del Perú, Bernardo O’Higgins.
La misiva -escrita por San Martín en París, recibida en Lima por O’Higgins y posiblemente perdida en Santiago-, fue hallada en la mansión de los Kirchner en El Calafate, una balneario de lujo en la provincia patagónica de Santa Cruz, en el extremo sur de Argentina.
Hasta el momento, la “señora K” gaucha no ha explicado cómo obtuvo la carta original, una joya histórica cuya copia casi idéntica fue publicada en Chile, en 1951, en el tomo IX del Archivo de Bernardo O´Higgins, y que contiene las cartas de estos dos libertadores de América del Sur.

Procedencia de la carta sigue bajo investigación.
Esta misiva, fechada el 26 de diciembre de 1835, debió formar parte de los 20 mil folios, entre documentos oficiales, cartas y papeles que el fundador de Chile y su primer director supremo, guardaba en la hacienda Montalván, en Cañete, que le fue donada por el Perú en marzo de 1822.
En 1860, cuando ni San Martín ni O’Higgins estaban en este mundo, Pedro Demetrio O’Higgins reunió todos los papeles de su padre y, embalada en cajones sobre una carreta, la envió de regalo al historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna, quien se encontraba en Lima.



CRUEL INCERTIDUMBRE

San Martín se exilió en Francia,
hasta su muerte.
La misiva de fines de 1835 refleja la preocupación de San Martín por la suerte de O´Higgins, con quien llevó adelante la independencia de Chile en 1817-1818 y luego organizaron el envío de la Expedición Libertadora del Perú, en 1820. Forjaron desde entonces una gran amistad y por eso le recuerda que hace tres años no le escribe. 
Derribado del poder en enero de 1823, desde julio de ese año, O´Higgins está exiliado en el Perú, donde vivió entre Lima y Montalván hasta su muerte en1842. A través de los “papeles públicos”, San Martín está enterado  de la turbulenta política del Perú, y advierte sobre “los males que se han desplomado sobre ese desgraciado país y las violentas mutaciones de los gobiernos que se han sucedido”. 
Efectivamente, el Perú, entre 1833 y 1835, estaba convulsionado por el alzamiento sucesivo del ex presidente Agustín Gamarra y del joven general Felipe Salaverry, en contra el presidente Luis José de Orbegoso, quien busca y consigue el apoyo del presidente de Bolivia, Andrés Santa Cruz.
También Gran Mariscal del Perú, Santa Cruz conspiraba por extender su poder con la creación de la Confederación Perú-Boliviana, que logró gracias a Orbegoso y al ejército boliviano de 5 mil hombres.
San Martín da por descontado que cualquier gobierno “sabrá respetar al honrado y bravo patriota Bernardo O’Higgins”, pero advierte con preocupación que “los nuevos estados americanos han demostrado que no sólo no saben tributar homenaje a esas virtudes sino por el contrario son la causa de persecuciones…”.
Por eso, con la preocupación del amigo y compañero de armas, le pide a O´Higgins: “Sáqueme de esta cruel incertidumbre escribiéndome cuatro letras de tiempo en tiempo, diciéndome simplemente, estoy con salud y gozo de paz, con mi familia”.
“Esto es todo lo mas que puede decirse en las circunstancias en que se halla ese país, porque ser feliz es imposible presenciando los males que aflijen a la desgraciada América”, añade en esa carta rescatada en la mansión de Cristina Kirchner.

LA RESPUESTA

O´Higgins vivió exiliado en Lima, desde 1823 hasta
su fallecimiento en 1842.
El 27 de mayo de 1836, O’Higgins le responde alborozado con una extensa carta, donde le explica que su largo silencio fue por sus problemas de salud, la convulsión política peruana y ante todo porque desde 1833, el gobierno de Orbegoso le cortó a San Martín su pensión por declarar la independencia del Perú, mala noticia que no quería comentarle.
O’Higgins recuerda que siempre fue enemigo de las guerras civiles y se refugió con su familia en la hacienda Montalván para no verse envuelto en la que asoló al Perú de 1833 al 36, más aún cuando un ministro de Guerra de Orbegoso lo llamó a filas por ser Gran Mariscal. A ese ministro le responde que sólo volverá a las armas si peligraba la independencia del Perú.
Luego entró de lleno al tema y le informa al libertador argentino la buena nueva de que el gobierno le había restituido la pensión vitalicia que el Congreso de 1822 le reconoció por sus servicios. 
Se debe precisar que O’Higgins y el prestigioso abogado limeño, Alejo Alvarez, gestionaban en Lima el cobro y envío de la pensión peruana a San Martín, la única que recibía para subsistir porque ni Chile ni Argentina, los dos países que también ayudó a independizar, le cortaron toda ayuda.

CONFIRMA RECIBO

Volviendo a la carta descubierta en El Calafate, O’Higgins da fe de su recepción en otra misiva, fechada en Lima, el 3 de agosto de 1836, e informa   a San Martín que, al recibirla de manos del señor Melville ”hubo grande regocijo en esta su casa” al saber que estaba en París.
Le escribe que su hermana Rosa llenó de preguntas a Melville y, junto con su madre y él, lamentaron que las nuevas autoridades de Buenos Aires hayan destituido a su yerno, Mariano Balcarce e iniciado una persecusión contra él y su esposa, Mercedes San Martín, a quien O’Higgins cargó cuando era una bebé en Mendoza, en 1816.
También le reitera su entusiasmo porque se le restituyó la pensión vitalicia, con cargo a los meses que no le pagaron, y le da más pormenores del avance de Santa Cruz, quien para mediados de ese año ya era Sumo Protector de la Confederación Perú-Boliviana.

San Martín recibió una pensión vitalicia que le otorgó el Congreso del Perú
en 1822, por la declaratoria de la independencia.
Cómo podemos ver, el allanamiento anticorrupción en la mansión de la “señora K” argentina dió una inesperada pero grata sorpresa, que nos hizo revivir pasajes de la tumultuosa historia que une al Perú, Chile y Argentina desde los gloriosos días de la independencia.

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