O´Higgins nació en estricto secreto

Un 20 de agosto de hace 238 años vio la luz en Chillán, hijo de un futuro Virrey del Perú


Hace 238 años nació Bernardo O´Higgins Riquelme, futuro libertador de Chile y padre fundador de esta república. Desde su cargo de director supremo, puso todos los recursos de su país para el envío de la Expedición Libertadora al mando del general José de San Martín. Estos son algunos pormenores de su nacimiento, extraídos de las páginas 71 a 74 del libro O´Higgins, Avatares del Libertador de Chile en el Perú.
Desde que nació el niño, el 20 de agosto de 1778, de sus amores con la criolla María Isabel Riquelme y Meza, don Ambrosio, recién ascendido a Coronel de los Dragones de la Frontera e Intendente de Concepción, tejió una impenetrable telaraña de aislamiento sobre su hijo.
Bajo promesa de matrimonio, el veterano irlandés de 59 años disfrutó la tierna belleza de Isabel, de 19. Era pequeña de estatura, ágil y esbelta, de piel blanca y mejillas rosadas. Tenía el cabello muy negro y sus ojos eran de un azul profundo.
Fue un amor breve e intenso, en los meses finales de 1777 y la preñez de la joven debió ser un inesperado dolor de cabeza, que lo obligó a entenderse con el padre, don Simón Riquelme.
Por un acuerdo secreto de ambas partes, que fue rigurosamente cumplido, el matrimonio no se consumó. La enorme diferencia de edad entre ambos, por encima de la rígida prohibición que impedía a los funcionarios coloniales casarse con criollas, sería el gran impedimento.
Ibáñez Vergara resume este momento que marcó el destino del recién nacido: “… con el sacrificio del niño a una definitiva orfandad y bastardía, quedaban protegidos el futuro de la joven madre y el prestigio de la familia. Como contrapartida, se amparaba también la estabilidad y proyección funcionaria del nuevo coronel”.8

Don Ambrosio, antes de revalidar su título de Barón de Ballenary que le permitió anteponer la O en su apellido, firmaba como Higgins, pero el párroco escribió Higinz y, con esa identificación, fue asentada la partida de nacimiento de Bernardo en la parroquia de Talca, en 1783.  Ahí se establece que nació el 20 de agosto de 1778: “…hijo natural del maestre de campo General de este reino de Chile, y coronel de los Ejércitos reales de Su Majestad, don Ambrosio Higinz, soltero, y de una señora principal, que por su crédito no ha expresado aquí su nombre”.
Albano Pereira y su esposa Bartolina de la Cruz fueron padrinos y apoderados del niño. Albano conocía a D. Ambrosio desde sus primeros viajes como comerciante entre Chile y Perú, de 1750 a 1755. Bartolina era hermana del rico comerciante Nicolás de la Cruz, el Conde de Maule, apoderado del joven Bernardo en Cádiz, España, en 1795, y cuando estuvo de retorno, entre 1799 y 1801.
Apenas nació, en salvaguarda del buen nombre de la madre, el niño fue puesto al cuidado de doña Josefa Olate y Zavala, que se ganaba la vida como comadre o parturienta. El hijo de la mujer, Juan Antonio Olate, sería su primer amigo de infancia. Durante los sangrientos años de la lucha por la Independencia, Olate se volvería un peligroso enemigo al servicio de la corona española.9

La llegada del hijo natural del gobernador de Chile a Lima, a fines de febrero de 1790, era un secreto que solo lo sabían los dos apoderados, el comerciante Blaque (o Blake) y el sacerdote Doria, viejos conocidos y de extrema confianza de don Ambrosio.
El traslado del niño a Lima fue abrupto y nocturno, preparado por el gobernador irlandés con anticipación y minuciosidad desde su palacio en Santiago. No era la primera vez que tomaba una decisión así sobre el destino de su hijo bastardo o “huacho” como se dicen aún en Chile a los hijos fuera del matrimonio.
En 1788, enterado de que en Talca los chismes y comentarios lo señalaban como el padre del niño criado en casa de Albano, envió a tres hombres para que lo saquen en el mayor secreto y entreguen a los padres Fray Francisco Xavier Ramírez y Fray Blas Alonso, el primero guardián del Colegio de los Misioneros de Propaganda Fide y rector del Colegio de Naturales de Chillán; el segundo era Presidente de aquel colegio y vicerrector de los Naturales.
A este colegio asistían los hijos de los caciques pehuenches, con quienes Bernardo vio la cara del Chile ancestral y cuya lengua, el mapudungun, aprendería a hablar. En esas aulas conocería a Manuel Rodríguez Aldea, paisano chillanejo que, en el futuro, tendría polémica gestión como ministro de Hacienda durante su gobierno.

La paz de esos días de escuela se interrumpió una noche de 1790, cuando tres hombres le entregaron una carta al padre Ramírez. La misiva contenía una orden del  gobernador O´Higgins y debía ser acatada de inmediato.
Era una medida que, adornada con el loable fin de elevar la calidad de la enseñanza del niño, tenía la marca del despecho porque alejaba al primogénito de la cercanía de la madre, vecina de Chillán, entonces embarazada por tercera vez. Al no consumarse el matrimonio con el veterano coronel irlandés, la joven Isabel cayó en las redes del viudo Félix Rodríguez y Rojas, agrimensor general del obispado de Concepción y que podría ser su padre por la edad.
Rodríguez sí cumplió su palabra y la llevó al altar, sin embargo, la felicidad fue corta. Dos años después, el 22 de noviembre de 1782, el veterano agrimensor falleció y dejó viuda a doña Isabel. De la corta relación quedaba una hijita, Rosa, quien con el paso de los años asumiría el apellido O´Higgins.
Ocho años después, la joven viuda se volvió a enamorar y salió embarazada por tercera vez. Su estado interesante no pasó desapercibido para el poderoso primer amante, que dispuso el envío del niño Bernardo fuera del alcance de la madre. Ella alumbraría a Nieves Puga Riquelme en mayo de 1790.

 La orden del gobernador de Chile fue cumplida esa misma noche por el padre Ramírez. El pequeño fue despertado y sus ropas se empacaron rápidamente. Antes de ser entregado a los tres hombres, que lo llevarían al cercano puerto de Talcahuano en el mayor secreto para que no se entere la madre, el niño Bernardo se abrazó con su profesor, el padre Gil Calvo, a quien en los tumultuosos años de la independencia acogería en el palacio presidencial.
Ese verano de 1790, mientras el bergantín a vela cruzaba los mares, Bernardo dejaba atrás la inocencia de la infancia. Viajaba solo, sin poder refugiarse en los brazos de su madre o la voz de algún ser querido.
Ya el “taitita” Ramírez le había dicho, al despedirlo del Seminario con lágrimas en los ojos, que se iba a Lima, ciudad a la que eran enviados los hijos de las familias aristocráticas de Chile, por tener entonces las casas de estudio más afamadas del virreinato.

Notas

8.- Ibáñez Vergara, Jorge. Visión de don Ambrosio O´Higgin. En Revista Libertador O´Higgins. Edición Conmemorativa del Bicentenario, Santiago, 2010, p. 44 / 9.- Balbotín y Opazo, op. cit. Juan Antonio Olate se alistó en las tropas realistas y alcanzó el grado de coronel. En 1816, antes de ser exiliado en la Argentina, escribió: “Tengo el mayor conocimiento y extrema satisfacción sobre O´Higgins más que ningún otro; por haber sido condiscípulo y haber pasado en mi casa muchos años, de los de su primera infancia”.


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