LUCHA DE GIGANTES: DIARIOS contra INTERNET






Los diarios, esos amigos entrañables con el cual casi todos aprendimos a conocer la realidad nacional y mundial, estarían condenados a desaparecer, a ser devorados por el Internet, la ciber carretera de la información y el conocimiento que, cada año, se ensancha más y hacia donde todo el mundo se dirige.

Hace tan solo 15 años, el Internet no existía como ahora lo conocemos. Era tan solo utilizado en universidades e institutos militares de Estados Unidos y Europa, pero desde que irrumpió en la vida diaria, la ha transformado de tal manera que el filosofo peruano Francisco Miró Quesada lo acaba de definir como “una revolución verdaderamente prodigiosa que nadie imaginó”. “Uno puede saber lo que pasa en cualquier país… ha hecho que el mundo se reduzca”, añade al calificarlo como el invento más fabuloso de los últimos 90 años.

Este fenómeno sombrío que se vislumbra para el periodismo y la prensa escrita, sin embargo, todavía pasa desapercibido en el Perú, donde poco más de seis millones de personas (21% de la población) están conectadas a la red digital, pero ya los primeros campanazos del cambio radical se han visto en Estados Unidos, con la crisis que hace temblar hasta a los dos colosos del periodismo norteamericano, el The New York Times (TNYT) y Washington Post (WT).

Prueba palpable de los cambios que se vienen en la industria de la prensa lo dio el centenario diario The Cristian Science Monitor, que a mediados del 2009 canceló su edición impresa para convertirse exclusivamente en una página web.

Otro venerable diario con 146 años de vida, el The Seattle Post Intelligencer, también cayó rendido y se pasó al Internet, luego de despedir a 147 profesionales para quedarse con solo 20 periodistas, que le darán vida a su edición on line.

Una salida intermedia la dio en marzo del año pasado la empresa Detroit Media, cuyos diarios Detroit Free Press y The Detroit News pasaron a ser ofrecidos 4 y 5 días, respectivamente, por vía electrónica y solo se les imprime y distribuye los días restantes de la semana.


NI PLAYBOY

SE SALVA

Tan potente ha sido la crisis desatada por el Internet en los últimos cinco años que la revista Play boy, cotizada en mil millones de dólares al iniciarse el siglo XXI hoy apenas está valorizada en 84 millones, afectada por la pérdida de la publicidad y la caída en picada de sus ediciones impresas. Ni los videos de sus conejitas pueden salvar al imperio de Hugh Hefner, pues la gente prefiere ver gratis las páginas eróticas en la web.

Para sintetizar en cifras esta crisis del periodismo norteamericano, según reportó el diario español El País, en Estados Unidos hace 15 años se vendía un promedio diario de 69 millones de ejemplares y hoy llega a 49 millones, mientras que Internet pasó, en ese mismo lapso, de cero absoluto a 75 millones de lectores de prensa digital, con tendencia a crecer a nivel mundial y sin nubarrones en el futuro.

Pero el ciber espacio no solo se ha llevado una porción importante de los lectores de diarios. También ha golpeado a la industria periodística donde más duele, en el bolsillo, porque ha roto el monopolio de los diarios en la publicidad. Tan severo ha sido el descenso del avisaje que, el 2008, los diarios TNYT y WT registraron pérdidas por primera vez en 50 años.

El TNYT despidió el año pasado a cien empleados y planea reducir los sueldos de su planilla general, drástica decisión en la que fue precedido por el WT. El mismo panorama se vió en Los Angeles Times, que redujo a la mitad su sala de redacción antes que su compañía matriz se declare en bancarrota, mientras que la cadena que controla The Miami Herald, The Sacramento Bee y otros 26 diarios en todo EE.UU. despidió el 17% de todo su personal.






MENOS DIARIOS MÁS CORRUPCIÓN

El profesor Paul Starr, de la Universidad de Princeton, en su ensayo “Adiós a la era de los periódicos (se inicia una nueva era de corrupción)”, advertía de los enormes riesgos que representaba este notorio declive del periodismo escrito ante el embate del Internet. (Starr es profesor de comunicaciones y asuntos públicos de Woodrow Wilson School en la Universidad de Princeton y el ensayo se puede ubicar en www.fnpi.org/fileadmin).

Publicado en marzo del año pasado, el trabajo de Starr incide en alertar que el debilitamiento de la gran prensa, al no cumplir su labor de fiscalización y control de la administración pública y de las empresas privadas, deja el campo libre a las prácticas corruptas y mafiosas en todos los niveles.

“De ninguna manera es hora de jactarse con el éxito de Internet, hay mucho en riesgo”, señala. “Uno de los peligros de la reducción en la cobertura de noticias es la disminución de la integridad gubernamental. Decir que la corrupción brota más fácil cuando los que tienen el poder no le temen a quedar expuestos (a la opinión pública) no es una simple especulación”, advierte.

Si bien la masificación del uso de la Web y de sus distintas herramientas, entre ellas los blogs y el Youtube, hicieron abrigar la esperanza de una comunicación fluida, directa, democrática y sin censuras en las sociedades modernas, en los últimos años estas ventajas demostraron no ser tan ciertas ni beneficiosas.

Precisamente, el golpe propinado por el Internet a la prensa norteamericana está ligado íntimamente a que Estados Unidos es el país que tiene más del 60% de su población conectada a la red, seguido de lejos por Japón y los principales países europeos (Alemania, Reino Unido y Francia, en ese orden).

Hoy la prensa diaria ya no tiene el monopolio de la publicidad (principal fuente de ingresos) ni tampoco tiene asegurados a sus lectores, pues cada año es creciente el número de personas que prefieren leer el diario on line, sin salir de casa y sin pagar nada. Con la ventaja adicional que ya no solo lee un solo diario, sino todos los que quiera, de cualquier parte del mundo.

Los lectores, además, si antes sufrían para ser atendidos por los diarios, hoy pueden escribir y colgar en la web lo que deseen mediante los blogs, de los cuales hay más de cien millones en uso a nivel mundial. La magia de la web ha hecho que la imagen y los audios puedan igualmente estar a la mano de todos, con solo apretar un botón y gratis.

Sin embargo, y en eso coinciden el profesor Starr y la mayoría de estudiosos del fenómeno Internet, la masificación de la información on line conlleva igualmente la proliferación de mucho material inútil, sin calidad y algunos veces deliberadamente falso y manipulado con fines negativos. Y ahí precisamente está la tabla de salvación de la prensa, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo, pues el ejercicio periodístico se sustenta, precisamente, en los conceptos elementales pero eternos de veracidad y calidad de contenidos.

EL GOLPE DE LA TECNOLOGÍA

Otro duro golpe a la industria periodística es la creciente innovación tecnológica, en la que destaca el lanzamiento de una pequeña pantalla del tamaño de la portada de una revista Caretas u hoja A-4, en la que se puede descargar, todas las mañanas, los principales diarios locales y del mundo. Con apenas un centímetro de grosor, este aparato será puesto en circulación en Inglaterra y Alemania este año.

En la reciente Feria Electrónica de Las Vegas, también se presentó un nuevo modelo de computadora enrrollable y de peso mìnimo, que se puede extender sobre cualquier superficie para ser activada. Pero los diarios no son los únicos amenazados.

La industria del libro tradicional también siente la competencia de los e-books o libros electrónicos que, como el recién lanzado aparato de Samsung, llegan conectados a un millón de títulos del archivo de Google Books. No fue la única sorpresa en Las Vegas, donde también Microsoft, en alianza con la gigante HP, presentó su e-book Slate, una pequeña pantalla táctil de 10 pulgadas, con la cual se puede leer en cualquier ambiente y con una lectora de voz. Como se puede ver, ya vivimos el futuro.

LO DICEN LOS JEFES

“La revolución tecnológica, la nueva era digital, es una etapa histórica tan revolucionaria como la invención del telègrafo o la televisión”. Kinsey Wilson, editor ejecutivo de USA Today

“La era de las grandes redacciones, de 800 personas trabajando en plantilla para una versión en papel y otra en la web, no parece viable. Yo creo que la era del periódico está acabada, que el debate se debe centrar no en la supervivencia del periódico, sino en la supervivencia del periodismo como lo hemos entendido”. Philip Bennett, jefe de redacción del Washington Post


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