CHACABUCO, HITO CLAVE EN LA INDEPENDENCIA AMERICANA

Instituto O´Higginiano del Perú conmemora fecha que fue fundamental para el envío de la Expedición Libertadora en 1820

La batalla de Chacabuco, cuyos 203 años se recuerdan este 12 de febrero, fue un momento estelar en la independencia sudamericana por un doble motivo: marcó la emancipación de un segundo país en el continente, Chile, y confirmó el avance de la estrategia de San Martín para terminar con el dominio español en el Pacífico.

El triunfo selló además una amistad y una alianza imperecedera entre los generales José de San Martín y Bernardo O´Higgins, unión que será fundamental para la organización de la Expedición Libertadora que fue el principio del fin para el virreinato del Perú, el centro del poder español en América del Sur.

La batalla se inició por el arrojo de O'Higgins, quien exiliado 
en Lima, en 1828, justificaría su heroica acción.

La epopeya del 12 de febrero de 1817 fue una hechura de San Martín, con el decidido apoyo de O’Higgins y los más de mil 500 chilenos expatriados que se enrolaron en el Ejército de los Andes, en Mendoza, con el decidido afán de vengar el Desastre de Rancagua de octubre de 1814 y alcanzar la independencia.

El cruce de la cordillera de los Andes, a través de tres frentes, supuso la aplicación de una estrategia avanzada, que primero desconcertó a los jefes realistas con informaciones falsas e impidió que concentraran fuerzas que pudieran vencer a las tropas patriotas que cruzaban los Andes.

Hay pequeños combates previos y los realistas logran concentrar en las lomas de Chacabuco una fuerza de 2 mil hombres al mando del coronel Maroto, que ordena cañonear a la avanzada patriota, cuyo jefe, O’Higgins, no espera a la división del general argentino Soler y ordena el contra-ataque.

San Martín asiste sorprendido al arrojo de O’Higgins y sus hombres que adelantan el inicio de la batalla. Las fuerzas de Soler llegan a tiempo para reforzar el ataque patriota y los realistas se ponen en fuga. 500 yacen muertos y otros 600 son hechos prisioneros. Todo el parque virreinal pasa a poder de los patriotas.

El ingreso fue apoteósico en Santiago, abandonado precipitadamente por el gobernador español Marcó del Pont, seguido por unos dos mil españoles, entre civiles y militares que desordenadamente llegaron al puerto de Valparaiso, en busca de buques con destino a Lima.

Tras la victoria de Chacabuco, un cabildo de notables le propuso dos veces a San Martín asumir el mando del país, quien las dos veces le cedió ese honor a O’Higgins. Poco después se convirtió en el primer director supremo del Chile emancipado y se propuso apoyar a San Martín en la independencia del Perú.

La pérdida de Chile -la garganta del Perú como la definió el general Goyeneche en 1812- se entendió como una amenaza inmediata al Perú, por parte del virrey Pezuela, su cúpula militar y los poderosos comerciantes limeños, que tenían a Santiago y Concepción como sus principales importadores de azúcar, además de Mendoza, al otro lado de la cordillera.

Pezuela preparó una nueva campaña de reconquista y puso al mando de un ejército de 3 mil hombres al brigadier Mariano Osorio, quien en 1814, al derrotar a O’Higgins en Rancagua, hizo posible la primera reconquista de Chile. Pero esos planes se hicieron trizas con la derrota en Maipú, el 5 de abril de 1818. 

El triunfo en Maipú fue la consolidación de la independencia chilena alcanzada en Chacabuco, y convirtió a Chile en aliado natural de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el primer e importante país que se declaró libre del dominio español.

Los gobiernos de Santiago y Buenos Aires, en 1818, se comprometieron a enviar una Expedición Libertadora al Perú, un plan estratégico de San Martín que sólo la mano firme y decidida de O´Higgins, como director supremo de Chile, pudo llevar adelante y hacerla realidad.

Esa fue una consecuencia a largo plazo del triunfo en la Batalla de Chacabuco, fecha que el Instituto O´Higginiano del Perú recuerda como el hito que fue en la independencia de América del Sur.