EL OTRO COMBATE DE IQUIQUE Y EL NAUFRAGIO DE LA “INDEPENDENCIA”
En Chile, con feriado, desfiles militares y discurso presidencial, se celebra todos los 21 de mayo el Día de las Glorias Navales, conmemoración que recuerda el Combate de Iquique de 1879, cuando la Esmeralda fue hundida por el Huáscar.
La fecha sirve para enaltecer el nacionalismo sureño y glorificar el proceder de Chile, que precipitò el conflicto trinacional por la ambición de usufructuar el salitre y los minerales de Antofagasta, en Bolivia. El Perú fue arrastrado al conflicto por su compromiso de arbitrar en un pleito entre dos vecinos que amenazaba, como luego ocurriò, en degenerar en una Guerra.
Pero al estallar el conflicto con Chile el 5 de abril de 1879, el Perú estaba tan descaminado en su defensa nacional que la “Independencia”, su más poderoso buque –“al menos en teoría” según lo admite ahora la misma Marina de Guerra-, se encontraba sometida a reparación general en los diques secos del Callao.
La Armada de Chile, por su parte, señala con claridad el calamitoso estado de nuestros buques al afirmar en su página web: “Al inicio de la Guerra, la Escuadra peruana estaba prácticamente desmantelada en el Callao. Las calderas de la “Independencia” estaban en tierra y el “Huáscar” se encontraba desartillado”.
Construída en 1864 en el astillero ingles de Samuda Brother, la “Independencia” era una fragata blindada armada de 22 cañones (2 de 150 libras, 12 de 70 lbs,, 4 de 40 lbs y 4 de 12 lbs) y desarrollaba una velocidad maxima de 11 nudos (de 19 a 20 kmxh). Podía cargar hasta 450 toneladas de carbón que le daban una autonomía operativa de 16 días o 1,536 millas en alta mar.
Tenía un largo (eslora) de 72 metros y un blindaje de hierro de 4.5 pulgadas. Fue construída para llevar una tripulación de 300 hombres, pero por la escasez de personal calificado, nunca alcanzó este número. La “Independencia” infundió respeto en sus primeros diez años de operatividad (1865-75), aunque nunca tuvo la gloria del “Huáscar” y estaba lejos de igualar el poderío de los acorazados chilenos.
CEGUERA ESTRATÈGICA
En 1872, la Marina de Guerra rechazó el golpe de estado de los Gutiérrez contra Balta, y la Escuadra abandonó el Callao en defensa del orden constitucional. En 1877, al alzarse los pierolistas y tomar el “Huáscar”, Prado envió a la Escuadra, con la “Independencia” al mando del capitán de navio, Juan Guillermo More, a dar caza al monitor rebelde. Felizmente, el “Huáscar” no peleó contra la “Independencia”, pero si se enfrentó a las fragatas inglesas “Amathyst” y el “Sha” en el célebre combate de Pacocha.
Ya entonces el conflicto chileno-boliviano en Antofagasta era abierto, pero la crisis económica en el Perú obligó al Ejecutivo y al Congreso a tomar medidas suicidas, como cancelar la compra de dos blindados (1875) y cerrar la Escuela de Grumetes del Callao (1878). Como para no creerlo: en las puertas mismas de la Guerra, el Perú ni se armaba ni capacitaba a los hombres que debían defenderlo.
La miopía estratégica de los gobernantes peruanos les impidió contrarrestar el poderío naval chileno, dominante en el Pacífico desde que, en 1874, llegaron a Valparaiso los gemelos blindados “Cochrane” y “Blanco Encalada”, que tenían un desplazamiento de 3 mil toneladas, una coraza de 9 pulgadas y 6 cañones de 250 libras, con una velocidad de crucero de 9 a 10 nudos.
Impuesto el bloqueo en Iquique, en abril de 1879, el “Huáscar” y la “Independencia” recién al mes siguiente estuvieron en capacidad de salir en defensa del territorio nacional. Conscientes de la debilidad de sus naves, el alto mando peruano que lo dirigìa el presidente Mariano Prado en su condiciòn de Director de la Guerra, adoptó la estrategia de golpear objetivos chilenos, pero sin entrar a un combate directo con los dos acorazados sureños, salvo que esta confrontación fuera inevitable.
PARTE LA ESCUADRA
Tras urgentes y aceleradas reparaciones, la Independencia y el Huáscar recién estuvieron en pie de guerra en la primera semana de mayo. El jefe de la Armada chilena, Williams Revoredo, para entonces ya habia decidido ir con todo el poderío de sus naves para destruir a los barcos peruanos en el Callao, y por eso solo dejó a la corbeta Esmeralda y a la cañonera “Vírgen de Covadonga”, ambas viejas embarcaciones de madera, al frente del bloqueo de Iquique.
Por esas paradojas y misterios de la historia, mientras la Armada sureña se venía al Callao, casi toda la flota peruana, con Prado a la cabeza, se embarcaba rumbo a Arica. Historiadores peruanos y chilenos coinciden en señalar, con algunos matices de diferencia, que ambas escuadras se cruzaron por la mañana en alta mar, sin verse, el 19 de mayo, a la altura de Mollendo.
Apenas la escuadra llegó a Arica el 20 de mayo, el Director de la Guerra esa misma noche acordó sorprender y atacar, la mañana siguiente, a la “Esmeralda” y la Covadonga.
El ataque y hundimiento de ambas naves era parte de un plan más ambicioso, pues se daba por descontado que estas naves enemigas iban a ser fácilmente batidas por los blindados peruanos, los que después pasarían a Antofagasta y tomarían un convoy de tres barcos que trasladaban a 2,500 soldados chilenos bien apertrechados. Era un audaz golpe de mano que hubiera equiparado en parte la enorme ventaje militar que Chile tenía sobre el Perú y Bolivia juntos, tanto con tierra como en mar. Las cosas, sin embargo, no salieron como se planearon.
CAÑONEAN A NAUFRAGOS
La Esmeralda resistió más de tres horas los cañonazos del Huáscar y la Covadonga muy pronto abandonò el combate e inició una desesperada huida hacia el sur, seguida por la Independencia. Por las proporciones de ambas naves se podría decir que un gato perseguía a un ratón en el mar, pues la “Covadonga era un viejo barco de madera, cuatro veces más pequeño que el acorazado peruano.
El capitán Carlos Condell de la Haza supo al ver que era seguido por la Independencia que las posibilidades de salvar a la Covadonga eran mínimas y se pegó a la costa para protegerse, en la huída, entre las rocas que no podían tocar a su nave por su menor calado, pero que sí eran un peligro para el blindado peruano más grande y pesado.
Cuatro horas duró la persecusión y mientras los rifleros de la “Covadonga” herían o mataban a los artilleros peruanos, los cañones de la “Independencia” no acertaban ni le hacia daño a la nave chilena. Ante esta situación, la fragata blindada trató dos veces de espolonear a la goleta, pero esta siempre recostada a la costa se libró del ataque.
En la tension de la fuga, Condell de la Haza debió sonreir al sentir que su nave rozaba piedras marinas, sin chocar. Entonces hizo una maniobra y atrajo a la Independencia que, a toda máquina, fue a darle la que sería estocada final, pero terminó por estrellar su quilla contra las rocas sumergidas.
En medio de un estruendo sordo, la fragata blindada se paralizó, primero, y luego se inclinó, herida de muerte, mientras que la Covadonga volvía y cañoneaba a los naufragos que saltaban al mar y nadaban para llegar a la playa.
Condell de la Haza, tan valiente para ordenar ametrallar a naufragos, dispuso el reinicio de la fuga ver al acercarse los humos del Huáscar, cuyos tripulantes no podían creer lo que veían. Rescatados More y los sobrevivientes, el Huáscar prosiguió por unas horas la persecusión de la Covadonga, pero al ver la inutilidad del esfuerzo, volviò hacia la Independencia y comprobó que era inútil todo rescate de la nave, que fue incendiada por órdenes de Grau y terminó por hundirse en Punta Gruesa.
HUNDIDA POR IMPROVISACIÒN
Al comentar esta desgracia, en carta a Prado, Grau señala que “la falta de disciplina y ejercicio de fuego (…) ha sido la verdadera causa de su pérdida”.
More, al dar su parte de los hechos, precisa que recurrió al espolón luego de tres horas de persecusión “viendo lo incierto de los tiros de nuestros cañones, por la falta de ejercicio pues toda la tripulación era nueva…”.
Además hizo notar que el blindado chocó contra una enorme roca submarina que no estaba registrada en los mapas de navegación. El historiador venezolano Jacinto López, en su Historia de la Guerra del Salitre, señala que los rifleros de la Covadonga mataron al piloto de la Independencia, que fue sustituído por otro, que no entendió las órdenes de More de virar cuando se dio cuenta que la Independencia iba a chocar.
Basadre hizo notar que la tripulación de la “Independencia” y el “Huàscar” fue compuesta en su mayoría por gente sin instrucción naval, y menos tuvieron tiempo de adiestrarse en el uso de los cañones. Además, también se dejó embarcar a jovenzuelos ansiosos de luchar, pero sin preparación miltar ni naval, los que constituían un problema y un estorbo en el fragor de un combate.
Hundida la Independencia, la defensa de las extensas costas del Perù se limitó a la fuerza y empuje que podría dar el Huáscar, aunque su poder de fuego apenas si podia dañar el blindaje de los dos acorazados màs poderosos de Chile, con los que finalmente se batiría en Angamos.
El recuento es erroneo por cuanto el Huascar no se detuvo a rescatar a nadie y siguio su curso en persecucion de la Covadonga. Despues de cinco horas regreso y recien ahi rescato a los pocos oficiales que aun quedaban a bordo junto con el corresponsal de El Comercio, José Rodolfo del Campo.
ResponderEliminarNo entiendo como se puede hablar de naufragos de un barco que nunca se hundio. Ademas, ni el parte del Capitan Juan More, ni el de Miguel Grau, ni el recuento del corresponsal de El Comercio, hacen ninguna mencion a ello. Al final lo unico que tienen es el recuento chileno donde se dice que "se sintieron ALGUNOS disparos".