ELECCIONES Y POLÍTICA, QUÉ BUEN NEGOCIO



Mientras los políticos se frotan las manos y sueñan con los negocios que vendrán con la cercanía de las elecciones (municipales y regionales en octubre del 2010 y generales en abril del 2011), se hace más evidente el raquitismo y la falsedad de los partidos en el Perú, de los cuales hoy en están registrados 24 en el Jurado Nacional de Elecciones.

La historia reciente nos confirma que la gran mayoría de partidos (con muy poquísimas excepciones) fueron solo membretes, armados apuradamente alrededor de un caudillo y utilizados como arietes para ganar elecciones y llegar al Palacio de Pizarro.

Ahí está Perú Posible, un armatoste integrado por familiares, amigazos y simpatizantes de Alejandro Toledo, quien antes en los comicios de 1995 postuló con el rótulo de País Posible en alianza con José Barba y su entonces Coordinadora Democrática.

Precisamente por no tener un aparato polìtico de apoyo, el gobierno de Toledo (2001-2006) estuvo al borde del nocaut durante sus tres primeros años, pues su bancada parlamentaria la integraban gente que arrastraba problemas penales y familiares, o simplemente querìan asegurarse con el sueldo de congresista.

Fujimori y su Cambio 90 son otro ejemplo de lo que son los supuestos partidos políticos en esta tierra. Apenas le ganó la segunda vuelta a Vargas Llosa, en junio del 90, el Chino les dio un portazo a los líderes evangélicos que fueron los primeros en creer sus promesas. Al bautista Carlos García y García, su segundo vicepresidente, hasta le prohibió el ingreso a Palacio.

Fujimori, de la mano de Vladimiro Montesinos, utilizaría sucesivamente los “movimientos” Nueva Mayoría, Vamos Vecino y Perú 2000 para ganar amañadamente los comicios de 1995 y el 2000. El fujimorismo se encubre ahora con los rótulos de Alianza para el futuro y Sí cumple


PARTIDOS A LA CARTA

Actualmente hay una lista de 24 movimientos políticos inscritos y habilitados para presentar candidatos en las elecciones que se vienen, pero hay decenas de políticos embarcados en el sueño del partido propio, y uno de ellos es el ex ministro de Defensa y ex pepecista, Antero Flores Araoz.

La experiencia, sin embargo, advierte a simple vista que estos son meros cascarones, membretes o franquicias que sirven para hacer de la política un gran negocio.

El ejemplo más evidente es, precisamente, el ex aprista José Barba Caballero, quien tiene inscrito a su movimiento Cambio Radical, que ha puesto al servicio de la candidatura del controvertido Jaime Bayly. Preguntado hace poco por los otros integrantes de su movimiento, Barba sin empacho dijo en RPP “que estaban en reorganización”, pero no se conoce a nadie más que a él como integrante, vocero, dirigente y presidente de CB.

Otra agrupación fantasma que flota con inscripción habilitada para lanzar candidatos en los comicios venideros es la Coordinadora Nacional de Independientes, que preside Drago Kisic, quien llevaría como candidato presidencial en el 2010 a Pedro Pablo Kcuzynski.

Aunque mantiene siempre un perfil bajo, el general PNP Ketin Vidal –célebre por capturar sin disparar un tiro a Abimael Guzmàn y la cúpula senderista en 1992- también tiene bajo el brazo a su movimiento Fuerza Nacional, que antes se llamó Movimiento Amplio País Unido (MAPU).

Otro que tiene su franquicia política en el bolsillo es ex fujimorista y re-reelecto alcalde de Los Olivos, Felipe Castillo, dueño del movimiento Siempre Unidos, que ha puesto al servicio de la candidatura de Alex Kouri a la Municipalidad de Lima.

En esta lista de movimientos hechos a la medida de los políticos y sin ningún control de las autoridades encargadas de llevar adelante las elecciones, también se encuentran el fantasmal Renovaciòn Nacional del hoy ministro de Defensa, Rafael Rey, creado para participar en el Congreso Constituyente tras el golpe de estado de Fujimori el 5 de abril de 1992.

También merece estar en esta lista Unión por el Perú, el movimiento creado por el prestigioso ex secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, que fue derrotado por Fujimori en 1995. La UPP hoy está manejada por políticos sin brillo pero muy activos a nivel regional, y tuvo su momento de gloria cuando sirvió de plataforma política a Ollanta Humala, que arrolló en la primera vuelta en el 2006.

Hay otros movimientos menores y muy folclóricos que no valen la pena reseñar, pero el común denominador a todos es que están integrados por personas que derraman ambición personal, sin renombre intelectual ni acadèmico, en quienes es ostensible la falta de propuestas políticas dirigidas a hacer del Perú un país con menos pobreza y más desarrollo económico y social.

SE FORMAN, SE USAN Y OLVIDAN

Que los partidos son hijos de sus caudillos lo confirma Acción Popular, creado bajo el influjo del verbo romanticón de Fernando Belaúnde Terry, tras recibir un célebre “manguerazo” policial en 1956. AP encumbró al arquitecto en el poder en 1963 y, tras el fin de la dictadura militar, en 1980. AP, sin embargo, siempre fue una “federación de independientes” como dijo alguna vez el líder aprista Andrés Towsend, y era un ente tan vacio que su ideología se reducía a los lemas belaundistas “el Perú como doctrina” o “el pueblo lo hizo”. AP salió golpeado del segundo belaundato (1980-85) y colapsó con el fracaso del Fredemo, donde se alió con el PPC y el Movimiento Libertad de Vargas Llosa.

El PPC es uno de los partidos más antiguos y activos, y aunque tiene como presidenta a Lourdes Flores, gira alrededor de la influencia de su nonagenario creador, Luis Bedoya Reyes y de su clan familiar. Por esas paradojas de la política peruana, no tiene ninguna gran victoria electoral que mostrar.

En la izquierda los partidos y movimientos crecieron como hongos en los 70 y fueron segunda mayoría en la Asamblea Constituyente de 1978, con Hugo Blanco y Genaro Ledesma entre los más votados. En los 80, alcanzaron con la Izquierda Unida su mayor victoria en 1983 con Alfonso Barrantes Lingán en la alcaldía de Lima, pero este líder no pudo superar la verborrea de Alan García y perdió la presidencia en 1985.

De la división y subdivisión de la izquierda radical se contarían hasta una veintena de movimientos, entre los que destacaría por su organización y disciplina el pro chino PCP Patria Roja, aún vigente en la sierra sur y central. Lamentablemente, de la atomización de la izquierda también saldría el PCP Sendero Luminoso bajo el influjo de Abimael Guzmán, pero la organización militar y los fines revolucionario-destructivos de este partido hundirían al Perú en una guerra interna que dejó al menos 25 mil muertos.

LA LUCHA POR EL PODER

En las dos primeras décadas del siglo XX, durante la llamada República Aristocrática, el poder fue detentado por los lìderes del Partido Civil, que fue el primer gran partido creado en 1871 por Manuel Pardo. El Partido Civil era manejado por los consignatarios del guano, los banqueros y los grandes terratenientes de la sierra, pero gracias al arrastre y el carisma de Pardo logró aglutinar a las grandes masas.

Pardo llegó a la presidencia en 1872, pero su gobierno fue signado por la severa crisis económica internacional iniciada en los 70, que agravó la precaria situación financiera del estado peruano, comprometida por el despilfarro de los empréstitos logrados por Balta.

La derrota con Chile hundiría al país en la anarquía y la guerra civil, de la que emergieron el Partido Constitucional de Andrés A. Cáceres, el Partido Demócrata de Piérola y el resurrecto Partido Civil. La unión de estos dos últimos en una Coalición Nacional hizo posible la derrota de Cáceres y el triunfo de Piérola, que inauguró los 25 años de la República Aristocrática.

Tras la debacle del leguiismo, en 1929, las sombras de la guerra civil volvieron a aflorar con el enfrentamiento de Haya de la Torre y el Apra contra el comandante Luis M. Sánchez Cerro y su fascista Unión Radical.

El baño de sangre que siguió al triunfo de Sánchez Cerro en 1932 llevó a la clandestinidad al Apra, que volvió a la legalidad y acarició el poder con el triunfo de José Luis Bustamante y Rivero, que llegó a la presidencia gracias al Frente Democrático Nacional, organizado por el Apra y el Partido Comunista.

Derrocado JLBR por el general Odría, este reprimió con dureza a apristas y comunistas, y creó la Unión Nacional Odriísta para volver a la presidencia vía elecciones generales, pero fracasó en el 62 y el 63. La UNO murió con él, a pesar del arraigo popular que logró durante su régimen (1948-56) conocido como el ochenio.

Otro movimiento que nació a la medida de un candidato fue el Movimiento Democrático Pradista, que fue el aparato para que Manuel Prado Ugarteche vuelva a la presidencia en 1956. El MDP, que con los años cambió el Pradista por Peruano, sobrevivió hasta los 80, y desapareció sin pena ni gloria.

El general Juan Velasco Alvarado tampoco pudo dejar una herencia política y el Partido Socialista Revolucionario que recogió sus banderas en los 80, nunca fue un partido gravitante en la política nacional.






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